
Fue durante el breve alejamiento del Dr. Rodrigo Montoya de la E.A.P. de Antropología de San Marcos, cuando Degregory comienza a asumir cada vez un mayor protagonismo en la facultad de ciencias sociales, gracias a su capacidad expresiva, particular carisma y notable redacción. En cuanto a sus cualidades personales he leído algunos artículos excesivamente generosos, que sus amigos de generación le han dedicado en algunos periódicos capitalinos. Probablemente sea poco elegante, en estos momentos, dejar la lisonja y la zalamería, pero considero que no soy el único que lo recordará como un intelectual marxista, que alternaba sus viajes al extranjero con la docencia universitaria, aunque uno de los pretextos para sus clases tan accidentadas era que un grupo de aniquilamiento de Sendero Luminoso lo había amenazado de muerte, por lo cual permanentemente cambiábamos de aulas de clase.
Desde mi gusto personal Degregory, aunque decía las cosas sencillas con mucha sobriedad, siempre careció del rigor científico que valoro en una ciencia como la antropología, pero supo rodearse de un séquito del Centro de Estudiantes de Antropología, quienes pronto permitieron que sea nombrado Director Académico de la Escuela en San Marcos. Muy sorprendido he leído que fue una persona sin ambiciones, lo cual no es cierto. La mayoría recordará el debate poco académico que sostuvo con el Dr. Waldemar Espinoza Soriano por el decanato de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es más, después de esta derrota ante el veterano historiador, Degregory solicitó el apoyo de los docentes de la E.A.P. de Antropología para ser decano, pero al no conseguirlo se retiró de San Marcos para enseñar en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y en adelante en cuanto seminario o conferencia se presentó no se cansó de cuestionar la calidad de la antropología que se enseñaba en San Marcos y colocar en un pedestal con todo y ofrendas, a la antropología que se desarrolla en la Universidad Católica, donde terminó siendo docente.
En realidad, fue muy poco tolerante al debate y a la discrepancia. En una oportunidad, fui invitado por la Comisión Organizadora del Congreso Nacional de Antropología para ser Coordinador, al igual que Degregory, de una de las mesas en la Universidad Católica, a pesar de ello y aunque hice lo imposible por conversar con mi ex profesor y ex comisionado de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú, para informarle personalmente sobre las precarias condiciones de las exhumaciones e investigaciones forenses en Ayacucho y conocer cómo habían manejado ellos esta situación, no tuvo siquiera la curiosidad de acceder a una reunión conmigo, después de todo él nunca estudió siquiera una fosa clandestina y, es más, si llegó a ver una en toda su vida es mucho.
Finalmente, lamento eso si que los estudiantes afines a su ideología y por los cuales apostó, llevándolos al Instituto de Estudios Peruanos ( IEP ), promoviéndolos con postgrados en el extranjero y convirtiéndose tan dependientes a su pensamiento y forma de expresarse, no sólo no hayan respondido académicamente a las expectativas que seguro Degregory cifró en ellos, sino que siquiera hayan tenido el gesto de agradecimiento de dedicarle algunas palabras a un intelectual que no podemos dejar de reconocer aportó mucho a la antropología peruana.
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2 comentarios:
Buen comentario Enrrique, interesante.
bien!! muy pocos se atrevieron a escribirle algo a este gran antropologo. muy interesante
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