La palabra nepotismo denuncia el favoritismo en los cargos públicos hacia los familiares y amigos de las autoridades y, aunque esta forma de corrupción no nació ni es exclusiva del Perú, está tan generalizado en nuestro país que hace poco hemos observado que ha alcanzado hasta los propios programas sociales del gobierno que, por su naturaleza, están dirigidos a las familias que viven en extrema pobreza.
Este domingo la mayoría asistimos al proceso de revocatoria de la alcaldesa de Lima Susana Villarán de la Puente, quien si bien finalmente ha sido ratificada en su cargo, sin embargo los regidores de su partido y el hijito del ex alcalde Castañeda Lossio fueron destituídos por la ciudadanía.
Al respecto, los recientes resultados han tenido, como era de esperar, diversas lecturas, según la conveniencia de los analistas; sin embargo es evidente la importante experiencia acumulada por la población electoral peruana que le ha permitido afrontar de manera sobresaliente una elección con las características tan complejas como esta, donde ha demostrado que ha evaluado no sólo a la alcaldesa, sino a cada uno de los cuarenta regidores de todos los partidos políticos.
Por lo demás, nadie puede desconocer la legitimidad del apoyo ciudadano a la solicitud de revocatoria presentada contra la alcaldesa y sus regidores, que según las encuestas hasta el 9 de marzo era ya decisiva, debido fundamentalmente a la lentitud e inexperiencia en la gestión municipal, el descuido del orden y la limpieza del centro de Lima, la agudización de los problemas del transporte y de seguridad, cuya responsabilidad también le alcanza a los gobiernos locales, la falta de planeamiento en la toma de decisiones como se apreció en el desalojo de los comerciantes de La Parada y contra los desastres de la naturaleza, la incompetencia e ineptitud de varios de los regidores y colaboradores de la alcaldesa, quienes muchas veces hasta días antes de la revocatoria, le hacían anunciar como concluídas obras que todavía estaban siendo implementadas, y a los cuales en vez de retirarlos de sus cargos sólo rotaba hacia otras entidades del municipio.
En tal sentido, queda claro que la ratificación de la alcaldesa busca en principio que culmine con su gestión el año 2014, pero no con los regidores y colaboradores de Fuerza Social, su querido partido político, sino con un nuevo equipo competente que la apoye y la fiscalice. Asimismo, que este nuevo equipo tenga la autoridad moral y trayectoria para realizar esta función y no sólo el hecho de ser la amiga de la alcaldesa o el hijito del ex alcalde de Lima.
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