Durante décadas, los grandes desplazamientos demográficos y las oleadas migratorias, tanto desde las zonas rurales hacia las urbes, como de una nación a otra y aún desde lejanos continentes, siempre fueron presentados en el Perú como las grandes epopeyas históricas. Curiosamente, los estudiosos de estas jornadas mayormente han sido intelectuales migrantes.
En esta perspectiva, libros clásicos como Conquistadores de un Nuevo Mundo ( Degregory, Lynch y Blondet ) nos remiten a un proceso migratorio fundamentalmente unívoco donde el poblador logra imponer su cultura en nuevos entornos, con mayor o menor éxito, según sea el caso. Para el antropólogo Matos Mar, estábamos asistiendo a un "desborde popular" en el Perú. Al comienzo, la ocurrencia suscitó una gran carcajada social, pero persuadidas las autoridades, los políticos, empresarios y académicos que podía ser un buen negocio definir de una vez la relación con el migrante y en términos positivos, la idea finalmente fue acogida.
Al respecto, Luis Alberto Sánchez en El Perú Retrato de un País Adolescente ( 1985 ). comentó indignado: "Al indio se le empezó a llamar campesino; a la barriada, pueblo joven; a la sucia plutocracia, oligarquía; al mísero, proletario; al abuso, ley; al hombre sin uniforme, civil. Empezaron a sobrevenir oleadas de alienamiento y de supuesta renovación. Me sorprendió mucho cuando en un libro plural sobre la cultura peruana leí que la nueva generación se jacta de haber descubierto que el indio era ante todo un protagonista social más que una raza biológica. Quien esto afirmaba en 1973 era un escritor maduro, universitario apellidado Matos Mar: olvidaba que fue González Prada quien en 1904, y en su artículo Nuestros Indios señaló el carácter social de la raza india; y que fue Erasmo Roca en 1932 escribió un libro titulado La Clase India, significando así que el indio pertenece más a una raza social que a una raza biológica. En materia de nombres habíamos vuelto al escolasticismo. Pensar que la barriada deja de serlo porque se le llame pueblo joven es una de esas farsas que sólo pueden compararse a la costumbre de los virreyes cuando, para no aplicar una ley aplicada por el monarca de Madrid, se le ponían sobre la cabeza inclinada y decían: "se acata pero no se cumple".
Desde entonces, se ha reportado una inmensa cantidad de información que los antropólogos sociales y sociólogos peruanos han sido incapaces de tratar con el suficiente rigor científico. En una oportunidad, me encontré en los pasadizos de la maestría de la facultad de ciencias sociales de San Marcos con el recordado sociólogo Carlos Franco, guía y mentor del ex Presidente Alan García, y aproveché para preguntarle porqué su generación había sido tan complaciente con los migrantes provincianos y nunca habían abordado el tema de la "patología del migrante" y me respondió: "en eso estamos". Lo cierto es que lamentablemente ya falleció y ni él ni sus alumnos favoritos que escriben sobre las migraciones han estudiado estos procesos con la debida objetividad.
En la actualidad, más bien son los psicólogos clínicos quienes a través de sus entrevistas en profundidad nos han proporcionado valiosa información respecto al impacto psico-social de estos procesos migratorios. La gran pregunta que queda por responder: ¿conquistadores de un nuevo mundo o víctimas de un viejo orden?
Es una excelente oportunidad para asistir al Museo Metropolitano de Lima que está desarrollando hasta el 02 de febrero la muestra Desborde Popular, el Perú Moderno de Matos Mar, además del Coloquio Interdisciplinario José Matos Mar: El Nacimiento de las Nuevas Limas. Conquistas e Identidades en conmemoración del 479 aniversario de la fundación de Lima.
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