En el Perú uno de los mitos que se está promoviendo, con mayor énfasis, es que la educación privada más cara es la mejor. Si así fuese, desde el colegio, los alumnos más brillantes, en matemáticas y letras, así como los deportistas más destacados procediesen de estos centros de estudios y esto, según constatamos, está muy lejos de ser cierto. Por el contrario, detrás de los protagonistas de nuestros principales logros, hay admirables historias que desafían y superan las carencias de su entorno de origen. Es más bien paradójico, que varios de los casos que más han conmocionado a la sociedad limeña, relacionados a crímenes y narcotráfico, hayan tenido como personajes a jóvenes que si disfrutaron de una educación muy cara.
Al respecto, una de las principales conclusiones de la experiencia en la educación de un país como los Estados Unidos es, precisamente, que la mejor educación no es la privada o la pública, sino aquella donde la familia se involucra de manera efectiva en el proceso de aprendizaje del niño o del adolescente.
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